miércoles, 1 de diciembre de 2010

Para tomar medicinas, hay que tener una salud de hierro.


 Quizá, pueda volver a ser igual. Ya llevo un mes en el dique seco, no por voluntad propia sino impuesto. Las limitaciones de lo físico. Nuestro cuerpo es el vehículo que tenemos para este viaje. A veces nos coarta nuestros deseos, por simples que parezcan, o le pedimos más de lo que puede ofrecer.
Los últimos diez días algún paseo corto, muy cortito.
Un pequeño resfriado, unas pastillas para aliviarlo y una hemorragia digestiva. El susodicho fármaco ha sido “FRENADOR”. Sí, aparentemente no debe provocar ningún problema. Debí tomarlo con el estómago vacío. Me ha sentado como una bomba. Lo positivo de todo esto es que estos episodios se han repetido antes y, tirando del disco duro, hemos podido constatar que coincidían con la ingesta de FRENADOR
 ( no me canso de repetirlo, a ver si evito que alguien pase por semejante desdicha).
 Bueno siempre hay que ver el lado positivo de la cosas y de esta experiencia, lo aprendido espero no olvidarlo.
Después de la hemorragia y cuatro días en el hospital controlando por si la cosa iba a más, una anemia de caballo (anémico, claro), blanco como la pared, pérdida de peso, menos fuelle que un ... , bueno.
Ya ha pasado un mes. El hemograma dice que estoy entrando dentro del límite establecido de lo normal, por supuesto el inferior. Aunque queda un largo camino, dentro de lo normal, hasta llegar a mi estado habitual. Adaptación. La capacidad que no se puede perder.
Pero hoy voy a retomar el rumbo. Despacito, disfrutando de lo poco que puedo hacer y controlando porque no estoy para hacer tonterías.
He salido por uno de los lugares que tantas veces he pateado. Sin un rumbo fijo. No sé hasta donde voy a llegar ni por donde iré. En las diferentes encrucijadas de caminos, posiblemente imaginarios, me dejo llevar sin ninguna pretensión. Aunque no quiera reconocerlo, estoy seguro que en estas decisiones de mi destino, eludo las pendientes fuertes. Sería un suicidio, no podría afrontarlas en este momento. Solamente quiero seguir rodando, cuanto más tiempo mejor. Voy esquivando los extremos, los excesos con los que otras veces he disfrutado. Pero ahora el placer viene de lo más normal, de lo que en otras ocasiones sería ridículo, mediocre, sobre todo, insuficiente.
La mañana se presenta agradable, de noviembre pero suave. El suelo húmedo por la neblina que hace de lo conocido, un lugar de borrosos recuerdos y vagos descubrimientos.  
Saludos traileros .
Jes.

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